PASEO DEL BREZO

Este paseo, es la opción corta de la Ruta del Brezo (PR. AS-246). Nos llevará aproximadamente 45 minutos, en los que disfrutaremos del paisaje, paisanaje, arquitectura y tradiciones más autenticas del pueblo de Navelgas.

El Museo del Oro de Asturias marca la salida y llegada de esta ruta del Brezo, en la que en esta ocasión elegiremos realizar la opción corta. Con una distancia de aproximadamente 2,5 kms. y un desnivel muy suave, tardaremos aproximadamente 45 minutos en realizarla.

Comenzamos a subir hacia el barrio de Navelgas de Arriba, el cual tendremos que atravesar siguiendo las indicaciones.

Nos encontramos con una arquitectura más rural, en la que destaca la gran Casona Capalleja, y un conjunto de 15 paneras y 2 hórreos.

Hórreos y paneras: Estas construcciones de madera de castaño o de roble y cubierta a cuatro aguas, fueron tradicionalmente piezas imprescindibles de las casas campesinas, auténticas despensas donde se curan y conservan los productos cárnicos de las matanzas y los productos de la huerta.

La Casona de Capalleja, hoy conocida como de Nicolás, por ser esta la actual familia propietaria, fue construida en 1842, según la inscripción que figura en el balcón del ala oeste. Es un ejemplo bien conservado, de mezcla entre arquitectura popular y noble.

Paseando por sus callejuelas podemos encontrarnos con el lavadero, la casa de la cultura y la iglesia parroquial de San Juan.

Los bajos de las diferentes casas acogen cada año, durante el segundo sábado del mes de noviembre, el Festival del Esfoyón y Amagosto (fiesta declarada de Interés Turístico Regional).

Tejados de pizarra: Una de las cosas que más suelen llamar la atención en el occidente asturiano, es que este se caracteriza por el dominio casi absoluto de los materiales silíceos, en contraposición con las rocas calcáreas del oriente asturiano. Por este motivo, los tejados de la mayoría de las casas de esta zona de Asturias son de este material, lo que caracteriza la imagen de los pueblos.

Dejando atrás el pueblo de Navelgas, nos rodeamos ya de huertas y pastos. Continuamos subiendo suavemente a la zona conocida como «las Chascaras» donde podemos disfrutar de una preciosa vista del Valle del Oro, nombre que se la da a la zona de Navelgas por su gran historia aurífera.

El bosque lleno de avellanos, castaños y abedules, producen una sombra muy agradable en los días soleados.

Llaneando, llegaremos a la desviación de los caleiros. Serán unos pocos metros, los que tendremos que desviarnos para ver las dos construcciones tan típicas de la zona.

La cal es un producto sumamente importante para la ganadería y la agricultura de la zona, ya que con ella, se compensa el excesivo grado de acidez de estos valles. Además mezclada con agua y arcilla, forma un excelente cemento utilizado durante siglos para la construcción de todo tipo de paredes de piedra.

El caleiro o caleyo, es básicamente un horno, dentro del cual, se realiza el proceso de transformación de la cal mediante calor . Para evitar el transporte de las pesadas piedras (desprendidas a maza de la roca madre), se solían instalar cerca de los filones de caliza.

En su interior, sobre una parrilla metálica, se iban colocando capas sucesivas de piedra y carbón vegetal. Mediante el fuego encendido debajo de la parrilla convertía en polvo la primera capa de caliza, que se iba filtrando través de la parrilla. El calor desprendido por el carbón vegetal del siguiente nivel, iba deshaciendo la piedra colocada sobre él y así sucesivamente.

En todas las aldeas de la comarca existían numerosos caleiros en los que se trabajaba generalmente de forma comunal y de forma interrumpida día y noche una vez que se encendía la primera vez. Es un trabajo típico de la época invernal y las tareas duraban varios días en los que los vecinos se iban turnando para evitar que el fuego se apagara.

Volviendo de nuevo a la ruta, proseguimos camino, ahora ya hacia abajo, pasando por algunos pajares que evidencian el pasado ganadero de la zona.

Una vez recorrido el primer kilometro, llegaremos al puente sobre el regueiro (riachuelo) Choureiro, dejando a la izquierda otro horno de cal. Un sitio muy especial, donde encontramos una pequeña cascada y la canalización para el Molín (o) de Chuco, uno de los tantos que se encuentran en el curso de nuestro río, y que antiguamente se utilizaban para moler los diferentes cereales que se cultivaban por estas tierras.

Pasado el puente, nos encontramos con una bifurcación de la senda que nos permitirá, a la izquierda comenzar el ascenso hacia Conto, subiendo al Pico del Cogocha; y a la derecha, continuar paralelos al río de Navelgas donde  apenas 900 metros más adelante, y una vez cruzado, por un singular pontón (puente), regresaremos a la entrada del  pueblo de nuevo, por la carretera de Rellanos, y al museo por la Travesía Manuel García Linares.